martes, 13 de decembro de 2011

ALGO MÁS QUE UNA CARTA


Estimado Parlamentario: quisiera hacerle llegar a usted esta carta, con el ruego de que la lea con atención, no para que ponga remedio a mi situación personal, sino para que a través de lo que en ella opino, conozca quizás un poco más la situación en la que nos encontramos muchos miles jóvenes gallegos, y pueda realizar mejor su trabajo de oposición.

Tengo 30 años, soy licenciada en derecho y empresariales, carreras que terminé hace cuatro años con calificaciones más que aceptables. Hablo inglés, gallego y castellano, con suficiente fluidez. Tengo carnet de conducir aunque no dispongo de vehículo propio.
Posteriormente a mis estudios universitarios dediqué un año en preparar un máster de mucho prestigio profesional en Madrid.
Me he negado desde entonces a seguir creyendo necesaria más formación académica antes de trabajar.

Conseguí una plaza como becaría durante nueve meses en una administración lejos de mi residencia, lo cual supuso muchos sacrificios para los ingresos de mi familia, a fin de poder sobrevivir yo, con los 400 euros mensuales que me correspondían por la mencionada beca.

Le adelanto que nunca me he rendido,ni he renunciado a ninguna oferta de trabajo.
Tuve en consecuencia una serie de actividades en estos años pasados: seis meses como tele operadora; seis meses como empleada de una tienda de telefonía móvil; o tres meses sirviendo copas en un pub de mi Ciudad...
He cotizado en consecuencia quince meses a la Seguridad Social, y gracias a ello pude cobrar “el paro” que no deseaba, pero que me correspondía , y tengo además una cartilla sanitaria que no ha caducado, pero que no he utilizado gracias a mi buena salud física y mental por el momento.

Sr. Diputado, a lo único que aspiro en estos momentos es tener un trabajo o un subempleo de esos que se llaman ahora “ mini-empleo” por el que quizás pueda llegar a cobrar otros 400 euros al mes y por el que la empresa pagará un seguro 150 euros por mi.
Yo preferiría, espero que lo comprenda, tener un empleo estable a tiempo completo y un sueldo de mileurizada porque así podría mejor organizar mi vida, mi propia familia, y desarrollar mis conocimientos.
Pero le repito, aceptaré con resignación mariana una jornada reducida - aun sospechando por experiencia que deberé trabajar casi la jornada completa -, por un salario reducido.
Puedo demostrar que mis estudios, realizados en la Universidad de Compostela le han supuesto a la sociedad mucho dinero; a mis padres infinidad de privaciones,y a mi, esfuerzos y dedicación intensa durante cinco años, o si lo prefiere, incluyendo mi formación básica más de quince años de dedicación. Eso ya forma parte de una profunda frustración personal que he asumido.

Intenté preparar durante un par de años oposiciones, pero me desanimó el hecho de la falta de convocatorias de las mismas en los últimos años; en las “ventajas” de los concursantes interinos, o en el inmenso número de participantes que se presentan a cualquiera de ellas, convirtiendo así el resultado final  en una cuestión de azar más que de preparación y cualificación personal.

Sr. Parlamentario, ni todos queremos, ni todos servimos para lo mismo, el rico no quiere lo que el pobre reclama ;los empresarios no suelen compartir lo que desean los trabajadores; los que no precisan los servicios públicos no quieren lo mismo que los que los necesitan para su salud o educación.
Y yo quiero y creo que serviría para trabajar con pleno rendimiento y satisfacción en aquello que conozco bien, y para lo que me he preparado durante tantos años.

No quiero depender de la esperanza que es sentimiento que no debe de morir nunca,según mis padres, pero que no me ayudará a vivir en esta realidad actual plagada de incertidumbres.
Siempre he pensado que al votar a los socialistas, votaba reducir las desigualdades, que es lo que los diferenciaba de otras formaciones políticas.

Hoy estoy profundamente decepcionada y muy asustada con los fabricantes del miedo que tenemos.
La incertidumbre sobre mi futuro y el de muchos de mis amigos me produce también miedo; un miedo que empieza a ocupar una parte importante de mi razón y de mi voluntad, miedo que ya generó en mí, desconfianza en las instituciones y en mis representantes, uno de los cuales es usted mismo.

Están ustedes sin discurso o mejor dicho, con uno que desorienta y confunde; están sin una voz propia que muchos necesitaríamos urgentemente escuchar.
Ahora también están sin poder político para cambiar nada de lo que sucede y por último están  sin crédito  o confianza de muchos de sus electores.
Malgastan su tiempo en discusiones internas estériles que a ninguno de nosotros soluciona nada y solo sirve para alejarnos más de su formación política, como nos distanciaron algunas propuestas desconcertantes que no han sabido explicar o rechazar y que no han querido compartir con nadie.

Quizás ustedes estén tan perplejos y desorientados como muchos de nosotros, pero por favor no sigan defendiendo que lo que era bueno para todos hace unos años, ahora, en la crisis, no es bueno para cada uno de nosotros.

Si el Estado y sus representantes ya no pueden ocuparse de lo que no quiere ni puede atender la empresa privada o el mercado, por no serle rentable, quiero que sepa que a mí me sobrarían ustedes, y hasta me sobraría este País y las urnas.

Pero no deseo que ustedes se conviertan en algo innecesario; fueron ustedes capaces de modernizar mi País, de estrechar el abanico entre los pudientes y todos los demás, estableciendo provisiones públicas para compensar necesidades privadas. Y eso  mi memoria no lo va a olvidar nunca.

Comprendo que muchas cosas han cambiado, que lo que hace años tenía valor, hoy tiene menos apoyos, pero por favor no mezclen ni confundan más ese valor, con el precio que el gobierno conservador ha puesto a la sanidad, a la educación o al trabajo.

En casa escucho decir con pesadumbre a mis padres que el mundo por el que que tanto han luchado, y los logros que consiguieron, se están rompiendo y sus pedazos serán muy difíciles de recomponer en el futuro.

Me miran de soslayo y solo veo en sus ojos la enorme tristeza y la frustración de una esperanza muerta...

Atentamente le saluda
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