¿MERCADEAR
O
REHABILITAR?
Los
sinónimos de
rehabilitar son
muchos: restaurar,
rehacer, restituir,
rescatar, regenerar,
reparar, reponer,
restablecer; pero,
en ninguno
de ellos,
tratándose de
viviendas, de
edificios en centros
históricos o
de centros
antiguos, debiéramos
alejarnos mucho
de un
proceso cultural,
en el
que intervienen
el entorno,
las formas
de vida,
los espacios
urbanos, el
parcelario, y,
sobre todo
los edificios,
y, las
viviendas junto
con la
población que
en ellas
viven.
Rehabilitar
es recuperar,
y reparar,
aquella parte
de la
ciudad que
prioriza al
hombre, y
que supone
la puesta
en valor
de la
calidad, junto
con un
mínimo sacrificio
de los
recursos. Es
añadir vida
a los
años de
los edificios
y viviendas,
y no
simplemente años
a la
vida.
Rehabilitar
es restablecer
la lógica
constructiva, la
belleza, la
economía de
obra, o
los espacios
educativos, que
se manifiestan
en nuestras
viejas ciudades
en forma
de historia
y de
arte.
Rehabilitar
es rescatar
lo mejor
del pasado
común y
tradicional, algo
así como
entrar en
el futuro
sin renunciar
a un
pasado que
nos singulariza,
que nos
identifica y,
nos otorga
una identidad
única y
universal.
Son en este
caso, las instituciones
públicas y
los representantes
municipales, los
protagonistas de
las intervenciones
en estos
espacios excepcionales.
Son
estas y
estos, los
protectores en
el tiempo,
de los
conceptos claves
y de
las actuaciones
asumidas y
realizadas; actuaciones que
dieron lugar
a reconocimientos,
premios y,
prestigio nacional
e internacional
a Santiago
de Compostela.
Premios
como el
Europeo de
Urbanismo otorgado
por la
Comisión Europea
en 1998,
o el
Premio U.N.Habitat
2002, concedido
por la
Organización de
Naciones Unidas
lo corroboran.
Ciudades,
con centros
históricos como
el de
Compostela, han
sabido mantener
durante décadas,
los delicados
equilibrios entre
la mejora
de la
habitabilidad y
la funcionalidad;
respetando espacios
públicos y
ampliándolos; fijando
población interviniendo
incluso en políticas
sociales; corrigiendo
patologías, y,
conservando los
elementos arquitectónicos,
usando materiales
tradicionales básicos.
Fueron
alcaldes,como Xerardo
Estevez, el
gran impulsor
de esta
política culta,
los que consiguieron,
con el
apoyo unánime
de la
Corporación Municipal,
que la
Sede Central
de la
Unesco en
París, formalizase
la Declaración
de la
Ciudad de
Santiago y
su entorno
delimitado, como
Patrimonio de
la Humanidad.
El
Plan Especial
de Rehabilitación
de la
Ciudad Histórica
protege desde
entonces, el
casco histórico
y monumental,
que además, incluye,
el entorno,
los paisajes
y determinados
edificios y
zonas fuera
de la
propia Ciudad,
tales como
el Monte
Pedroso, Conxo,
Sar ,
y algún
barrio periférico.
Hoy,
empezamos a
comprobar en
alguna pequeña
pero significativa
actuación, una alarma
previa.
Podemos
inferir, que estas actuaciones se llevan a cabo
por exigencias
económicas y
comerciales que
priorizan su
interés únicamente,
y respaldadas, que no
legitimadas, por normas
de inferior
rango al
Plan Especial.
Y podemos
deducir, de ser esto así, que pueda empezar a conducirse el
proceso rehabilitador a
su quiebra conceptual y material.
Nuestras
instituciones y
sus responsables,
tienen la obligación
ética, y cultural, de defender
los intereses
superiores
en este histórico hogar público,
ello, junto con
muchos ciudadanos
y profesionales
conscientes, es
decir, aquellos
que saben
reconocer en
la memoria
de nuestra
Ciudad Histórica
su excelencia
y particularidad.
No
podemos confundir
nuevamente el
silencio ignorante
que siempre otorga,
con la opinión preventiva, y el interés en la observación atenta de
lo que sucede en esa parte de la Ciudad.
Si es así,
lo lamentaremos pública e inútilmente más adelante.