DON BALDOMERO
Paseo
por la Alameda
de
Santiago.
A
lo
lejos
puedo
ver
sentado
en
un
banco
a
D.
Baldomero
hablado
con
otra
persona.
Observo,
desde
la
distancia,
que
esa
persona
no
le
presta atención,
no
aparta
la
vista
de
la
fachada
del
Obradoiro,
esta
absorto
en
ello.
Al
llegar
a
su
altura
comprendo la
situación.
Baldomero
habla
con
la figura
sentada
de bronce
de D.
Ramón
María
del
Valle
Inclán, que difícilmente
podrá responder, salvo que las estatuas de bronce incorporen un chip
de conversación.
Don
Baldomero, al parecer, desde que comenzó la crisis practica estos
soliloquios escalofriantes.
Sostiene
en ellos que casi nadie entiende lo que sucede, ni siquiera los
expertos, ni sabe como remediar la situación en la que nos
encontramos.
Le
saludo y me indica con un gesto leve que hay lugar para mí en el
banco de madera. Me sitúo respetuosamente dejando a Don Ramón en
medio de los dos.
–¿Que
es de su vida Don Baldomero? - le pregunto -.
Mira
de reojo a Valle y le susurra al oído :
–Otro
que confunde vivir con sobrevivir...
Se
dirige a mi hablándome en tono bajo y actitud misteriosa observando
con desconfianza los alrededores vacíos de gente. Me suelta
atropelladamente:
–Rajoy
me ha subido la pensión un uno por ciento; no me siento en absoluto
una victima y, que sepas, que ha llegado la nueva inquisición y el
masoquismo social hasta la puerta de las casas.
Espero
un buen rato a que continúe con su explicación y como no lo hace,
me dirijo provocativamente a Valle, para preguntarle con la máxima
naturalidad:
–¿Me
puede aclarar usted Don Ramón, las informaciones de Baldomero? .
Entonces
caigo en la cuenta de que ya somos dos lo que hablamos con un pedazo
de metal. Debe ser la falta de interlocutores sociales, me digo como
disculpa.
Suena
una voz cavernosa que me da un susto de muerte. Es Baldomero que
esconde su boca tras el pañuelo :
–Me
revalorizaron la pensión en setenta euros al año y me joden noventa
y seis en medicamentos, cuatrocientos más con los incrementos de
la luz, el gas, y el nuevo IVA...¡ menudo negocio!
–Me
han hecho dudar Rajoy y sus colaboradores, sobre mi responsabilidad
en la crisis, después de trabajar cuarenta años, ocho horas al día,
con un salario muy ajustado , y a pesar de ello, procurarle una
formación y estudios - hoy inútiles-, a mis dos hijos, que no
tienen nada de inútiles, pero como si lo fueran.
–He
terminado de pagar mi piso después de treinta años de hipoteca,y
aún pude ahorrar unos pocos euros gracias a sacrificios y
privaciones austeras.
–Te
confieso además, que he llegado a sentir agradecimiento patológico de este gobierno, por el hecho de que todavía me paga la pensión
por la que cotice toda mi puta vida.
Debí de padecer
transitoriamente algo así como el Síndrome de Estocolmo.
–Pero
esto se acabó. Y ello gracias a Don Ramon aquí presente, porque
me aclaró la situación definitivamente, y ahora ya se que España
no está aquí, sino en Alemania, y en la bolsa de Nueva York.
–Se
que mis hijos volverán a tener trabajo, pero en América o en
centro Europa, y que la banca, el capital, los financieros y el
rescate, son solo la coartada de una crisis que nos llevará
inevitablemente a través de las reformas de Rajoy y Feijoo, a
convertirnos en el esperpento de lo que fuimos...
De
reojo, mientras le escuchaba volví la mirada hacia Don Ramón.
Me
pareció entonces que nos estaba escuchando atentamente, y recordé sus libros y aquellas divinas palabras que dan lugar a todas las
farsas, y a la promoción de tantos tiranos banderas que solo buscan
permanentemente como disculpa la cabeza del Bautista, en esta
inacabable y dramática sonata de otoño que nos conducirá, de
no reaccionar a tiempo, a convertirnos en sumisos esclavos que
votan como parvos mientras vociferan...
¡ viva mi dueño
!...
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