EL ABUELO JOSÉ
Lleva
jubilado unos diez años. Se retiro a los sesenta y cinco después de
trabajar casi cuarenta y nueve. Vivió durante toda su vida en
Galicia.
Me
dice que nada en la vida le fue fácil, pero que ante las
adversidades siempre tomó los caminos más difíciles.
Repartió
periódicos, fue peón de todo y camarero por horas, escribiente
interino, y por último linotipista de una empresa desde los
veinticinco años.
–Mi
vida estuvo llena de proyectos inconclusos, fue una vida más
soñada que vivida, además de tener que compartirla con una
asquerosa dictadura y luego con la democracia.
Determinó,
eso si, mi forma de pensar y, siempre creí que era bueno seguir
adelante sin mirar mucho hacia atrás.
–Pillé
años de escasez y de hambre, años en los que los cuellos y puños
de las camisas, obligatorias en muchos trabajos, habían de ser
cambiadas varias veces antes de desecharlas definitivamente.
–Años
en los que un “bolo preñado” o un pollo asado eran un
manjar para Carpanta y muchos de nosotros; años de caldo
“caralleiro” hecho con unto, grelos y unas patatas; años sobre
todo de un terrible silencio político solo roto en la intimidad
temerosa de muchos hogares. Años de escuelas cutres y beneficencia
sanitaria.
–Pero
saqué adelante a mis dos hijos.
–Le
dimos estudios, formación en la escuela y en casa.
–Mi
hijo Juan, perdió el trabajo hace cuatro años, con casi
cincuenta...
–Mi
saldo económico fue una pensión de setecientos euros, que hoy,
actualizada, es de novecientos cincuenta y siete a cobrar. Tengo
piso propio en el barrio y salud. Y también una cartilla de
ahorros con casi tres mil euros. Nada le debo a nadie.
–Mi
hijo, y los nietos están viviendo ahora con nosotros.
Dormimos
los seis en dos habitaciones y el comedor. Los chicos siguen
estudiando... Por menos yo no hubiera pasado...
–Creo
que somos los pensionistas los menos azotados por la crisis, por el
momento.
–Cobramos
puntualmente la pensión cada mes y la estiramos, en muchos casos,
para dar cobijo, recursos y seguridad a los nuestros.
Somos
la última trinchera contra la crisis. Estamos siendo ya amenazados
por la ambigüedad electoral calculada de Rajoy y Feijoo, y las
exigencias despóticas del mercado.
–Notamos
mejor que el termómetro de la fiebre que la vida sube, que el gasto
en farmacia, sobre todos el de los más enfermos y necesitados les
hace más daño que su propia enfermedad.
Se
de algunos amigos que han dejado de tomar algunos remedios que hoy
cuestan varios euros... Se de familias que están llevándose a sus casas a
parientes grandes dependientes que estaban en residencias públicas, para tener así al menos unos
ingresos asegurados.
–Pero
creo sinceramente que lo que más nos preocupa a los abuelos es el
desanimo y la falta de esperanza laboral de nuestros hijos y nietos,
y precisamente ahora cuando tienen estudios y buena formación.
–Hemos
luchado y trabajado muchos años para que la familia viviera mejor,
supiera más que nosotros y quizás, - otro sueño más - nos
alegrasen la vejez...
¿
que tonterías digo verdad?...
–La
vida y el trabajo en Galicia empezó a perder su dignidad, solo nos
queda provocar un profundo cambio. Siempre he vivido sin miedo,
siempre he mirado a los ojos de mis jefes, y si me faltaban al
respeto los he mandado a la mierda.
–Hoy
hay mucho temor en la gente, los discursos conservadores y algunos
medios utilizan aquello que nos hizo más libres: la verdad, la
democracia, las instituciones, la educación o la sanidad públicas,
y lo convierten en algo sin valor, pero con precio.
–Sabemos
de sobra que la educación y el trabajo digno, es lo que da sentido
a nuestra vida. Si nos embrutecen, y si además no tenemos donde
trabajar, ¿ que sentido tienen la libertad?.
–Esa
libertad no consiste en tener amos, sino en todo lo contrario... Y
vamos camino de tener “ señores feudales” solamente. Eso le
digo a mis nietos, que sonríen y me miran como si fuera un viejo
chocho...
–Les
digo cosas que leí en la imprenta hace años, cosas muy sabias y
viejas como: si lucháis podéis perder, pero si no lo hacéis
estáis perdidos .
Es
vuestra obligación pelear contra esta marea conservadora para no
traicionar lo que conseguimos nosotros. Hacerlo, incluso con miedo y
pocas esperanzas, pero hacerlo, como lo hicimos nosotros...
–Una
nueva forma de vida exige la muerte de esta, les comento, y para
ello no podéis estar llorando o quejándose todo el día.
–Estudiar
mucho, pero manifestar vuestro malestar con el voto que hoy podéis
utilizar, porque por mucho que oigáis decir, que todos los políticos
son iguales eso no es cierto. Si fuera así yo nunca hubiera tenido
esta pensión, ni una buena sanidad, ni vosotros hubierais podido
estudiar en la universidad...
–Más
adelante, cuando esta tormenta pase, no olvidéis lo que os dije, no
se debe envejecer sin proyectos y sueños.
Solo
se es viejo cuando se tienen más recuerdos que esperanzas o cuando
no se tienen ya planes para el futuro.
–Sabes
que te digo Luis, que a pesar de lo que les comento, mis nietos están
envejeciendo muy rápidamente...
¡
Es por ello y solo por ello, por lo que me duele mucho el alma.!
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