martes, 2 de outubro de 2012

EL ABUELO JOSÉ


EL ABUELO JOSÉ



Lleva jubilado unos diez años. Se retiro a los sesenta y cinco después de trabajar casi cuarenta y nueve. Vivió durante toda su vida en Galicia.

Me dice que nada en la vida le fue fácil, pero que ante las adversidades siempre tomó los caminos más difíciles.

Repartió periódicos, fue peón de todo y camarero por horas, escribiente interino, y por último linotipista de una empresa desde los veinticinco años.

Mi vida estuvo llena de proyectos inconclusos, fue una vida más soñada que vivida, además de tener que compartirla con una asquerosa dictadura y luego con la democracia.
Determinó, eso si, mi forma de pensar y, siempre creí que era bueno seguir adelante sin mirar mucho hacia atrás.

Pillé años de escasez y de hambre, años en los que los cuellos y puños de las camisas, obligatorias en muchos trabajos, habían de ser cambiadas varias veces antes de desecharlas definitivamente.

Años en los que un “bolo preñado” o un pollo asado eran un manjar para Carpanta y muchos de nosotros; años de caldo “caralleiro” hecho con unto, grelos y unas patatas; años sobre todo de un terrible silencio político solo roto en la intimidad temerosa de muchos hogares. Años de escuelas cutres y beneficencia sanitaria.

Pero saqué adelante a mis dos hijos.

Le dimos estudios, formación en la escuela y en casa.

Mi hijo Juan, perdió el trabajo hace cuatro años, con casi cincuenta...

Mi saldo económico fue una pensión de setecientos euros, que hoy, actualizada, es de novecientos cincuenta y siete a cobrar. Tengo piso propio en el barrio y salud. Y también una cartilla de ahorros con casi tres mil euros. Nada le debo a nadie.

Mi hijo, y los nietos están viviendo ahora con nosotros.
Dormimos los seis en dos habitaciones y el comedor. Los chicos siguen estudiando... Por menos yo no hubiera pasado...

Creo que somos los pensionistas los menos azotados por la crisis, por el momento.

Cobramos puntualmente la pensión cada mes y la estiramos, en muchos casos, para dar cobijo, recursos y seguridad a los nuestros.
Somos la última trinchera contra la crisis. Estamos siendo ya amenazados por la ambigüedad electoral calculada de Rajoy y Feijoo, y las exigencias despóticas del mercado.

Notamos mejor que el termómetro de la fiebre que la vida sube, que el gasto en farmacia, sobre todos el de los más enfermos y necesitados les hace más daño que su propia enfermedad.
Se de algunos amigos que han dejado de tomar algunos remedios que hoy cuestan varios euros... Se de familias que están llevándose a sus casas a parientes grandes dependientes que estaban en residencias públicas, para tener así al menos unos ingresos asegurados.

Pero creo sinceramente que lo que más nos preocupa a los abuelos es el desanimo y la falta de esperanza laboral de nuestros hijos y nietos, y precisamente ahora cuando tienen estudios y buena formación.

Hemos luchado y trabajado muchos años para que la familia viviera mejor, supiera más que nosotros y quizás, - otro sueño más - nos alegrasen la vejez...
¿ que tonterías digo verdad?...

La vida y el trabajo en Galicia empezó a perder su dignidad, solo nos queda provocar un profundo cambio. Siempre he vivido sin miedo, siempre he mirado a los ojos de mis jefes, y si me faltaban al respeto los he mandado a la mierda.

Hoy hay mucho temor en la gente, los discursos conservadores y algunos medios utilizan aquello que nos hizo más libres: la verdad, la democracia, las instituciones, la educación o la sanidad públicas, y lo convierten en algo sin valor, pero con precio.

Sabemos de sobra que la educación y el trabajo digno, es lo que da sentido a nuestra vida. Si nos embrutecen, y si además no tenemos donde trabajar, ¿ que sentido tienen la libertad?.

Esa libertad no consiste en tener amos, sino en todo lo contrario... Y vamos camino de tener “ señores feudales” solamente. Eso le digo a mis nietos, que sonríen y me miran como si fuera un viejo chocho...

Les digo cosas que leí en la imprenta hace años, cosas muy sabias y viejas como: si lucháis podéis perder, pero si no lo hacéis estáis perdidos .
Es vuestra obligación pelear contra esta marea conservadora para no traicionar lo que conseguimos nosotros. Hacerlo, incluso con miedo y pocas esperanzas, pero hacerlo, como lo hicimos nosotros...

Una nueva forma de vida exige la muerte de esta, les comento, y para ello no podéis estar llorando o quejándose todo el día.

Estudiar mucho, pero manifestar vuestro malestar con el voto que hoy podéis utilizar, porque por mucho que oigáis decir, que todos los políticos son iguales eso no es cierto. Si fuera así yo nunca hubiera tenido esta pensión, ni una buena sanidad, ni vosotros hubierais podido estudiar en la universidad...

Más adelante, cuando esta tormenta pase, no olvidéis lo que os dije, no se debe envejecer sin proyectos y sueños.
Solo se es viejo cuando se tienen más recuerdos que esperanzas o cuando no se tienen ya planes para el futuro.

Sabes que te digo Luis, que a pesar de lo que les comento, mis nietos están envejeciendo muy rápidamente...
¡ Es por ello y solo por ello, por lo que me duele mucho el alma.!













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