ONTROLES
AFOROS Y CONTROLES
Tengo comentado en más
de una ocasión aquella afirmación de un conocido político gallego,
que mantenía que era conveniente tener siempre “ a mano” algún
culpable sobre determinados asuntos delicados, para así poder
responsabilizarlo en caso de necesidad.
Es decir, hacer bueno el
dicho de que :“errar es humano, pero es más humano echarle la
culpa a otros.”
Y todavía es mejor,
decía este personaje, que “a ser posible no se entere aquel
al que le endilgas la carga de cualquier fracaso o accidente cuya
competencia final sea tuya”.
–Es más, debes estar
dispuesto a disculparle moderadamente, porque además de quedar
bien, reafirma su infracción ante los jefes.
Estos comentarios cínicos
y ventajistas me recordaron los debates de estos días sobre la
responsabilidad última de lo sucedido en Pabellón Municipal
Madrid Arena, que tuvieron como consecuencia la muerte de cuatro
chicas jóvenes.
Al respecto de todo ello
me pidieron opinión sobre el grado de control e inspección, que
tiene la administración en general...
Lo cierto es que hasta
donde llega mi experiencia, el Estado controla mal sus
responsabilidades, quizás con la salvedad de las inspecciones -
cuando se hacen - de Hacienda.
Las Comunidades Autónomas
( la Xunta es una gran especialista ), tratan de desviar hacia
arriba sus propias competencias responsabilizando - al Estado - y
hacia abajo
- los ayuntamientos-cuando se producen asuntos comprometidos o de mala
gestión.
Los ayuntamientos, ni
inspeccionan, ni disciplinan por si mismos todo lo que debieran, unas
veces por su dimensión y la falta de medios humanos y materiales,
otras veces por presiones o razones inconfesables de carácter
vecinal, y en ocasiones, por falta de voluntad política y defensa de otro modelo de gestión, como parece ser el caso de
Ayuntamiento de Madrid.
Un asunto tan grave como
el del Pabellón Arena, saltó a la luz pública y a los medios de
comunicación solo por el hecho de haberse producido en aquel
recinto victimas mortales.
Debiéramos saber sobre
esta cuestión que en toda España, (en Galicia dos huevos duros más,
como en casi todo lo negativo), no suelen respetarse los aforos o
capacidad de los centros de ocio, - al parecer causa primera de la
tragedia - , porque según un principio no escrito, “la
rentabilidad económica de estos negocios y la seguridad de sus
instalaciones y los aforos, están seriamente reñidos entre si”.
Como consecuencia, todo
aquello que es improbable que suceda, permite y anima al promotor
de cualquier evento llevarlo a cabo sin controles, sobre todo,
sabiendo que no existen en este sentido inspecciones molestas de las
administraciones.
Los tribunales
determinarán - quizás dentro de unos años - lo que sucedió y sus
porqués, y para entonces, tendremos casi con seguridad un
responsable de este drama, que ya estará olvidado por todos, salvo por
las familias de las victimas.
Lo que demuestra una vez
más, que aquí siempre se entendió y aplicaron mal los
grandes principios y las normas, en relación con las responsabilidades da cada
quién.
O dicho de otro modo y, a
lo bestia, aquí no hay principios, hay solo circunstancias...
Seguro que alguien ya
tiene pensado quien puede ser el cabeza o cabezas de turco
necesarias, del que nos hablaba aquel político...
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