RESTAURADORES
Y
RENOVADORES
–El
progreso
supone casi
siempre
un cambio,
una
renovación.
Supone mudar
lo
viejo
por
lo
nuevo,
y,
en
dar
intensidad
y
validez
a
esto.
–Restaurar
es
simplemente
reparar
lo
estropeado
hasta
dejarlo
en
el
estado
anterior.
Don
Antonio
Souto,
catedrático
de
Lengua
y
Literatura
del
Instituto,
se
expresaba
así,
al
explicarnos
lengua
y
literatura
hace
muchos
años,
y, remataba
casi
siempre
con
aquella
frase
suya
tan
misteriosa
entonces
:
“quien
domina
las
definiciones
domina
el
debate
y
las
soluciones”.
No
entendíamos
entonces
el
alcance
de
lo
que
nos
decía,
pero
ahora
resulta
útil
para
comprender la
complejidad
en
que vivimos...
Todavía
está
muy
lúcido,
y
desde
sus
casi
noventa
años,
pimpollea
con
garbo
por
la
alameda,
saludando
a
sus
viejos
alumnos
casi
todos en edad de jubilarse, y que al parecer, ahora
lo
entienden
mucho
mejor.
Le
abordamos,
nos
saluda,
no
nos
conoce
de
inmediato,
pero
nos
damos
a
conocer.
–Ya
sé
quienes
sois.
Nunca
creí
que
llegarais
a
meter
tanto
ruido
en
la
Ciudad.
Fuisteis
buenos
renovadores,
eso
sí,
de
la
mano
inteligente
y culta de
aquel
alcalde
que
la
transformó...
Le
comentamos
asuntos
actuales
y
le
manifestamos
que
los
hechos
de
lo
que
sucede
hoy
,
no
nos
encajan
en
la
teoría
que
hemos
aprendido,
y,
como
no
podemos
cambiar
los
hechos,le
soltamos
aquello
de
que:
“al
menos
deberíamos
cambiar
la
teoría”...
Se
ríe
y
nos
observa
como sorprendido de nuestra audacia.
–Vaya,
vaya,
algo
habéis
aprendido
con
los
años,
osea
que
como
no
podéis
modificar
los
hechos
queréis
operar
sobre
el
lenguaje.
¡
No
está
mal!
Eso
hace
todos
los
día
Rajoy,
y
ahora
también
Feijoo
con
las amistades
peligrosas.
–Claro
que
los
hechos
no
lo
son
todo.
Saberlos
interpretar
requiere
razonar
muy
bien.
Y
me temo que hemos aprendido
poco
colectivamente.
Le
preguntamos
sin
más
y
a
bocajarro:
“ Don
Antonio,
¿que
opina
del
debate
sobre
la
necesaria
renovación
política?”.
–Eso
os
lo
expliqué
hace
cincuenta
años,
cuando
nadie
podía
hablar
de
estas
cosas.
Y
lo
justifiqué
en
clase
cuando
os decía que
“el
lenguaje
utilizado,
siempre
era
el
del
poderoso”.
Siempre
tuve
esperanza
de
que
algún
día
lo
comprendierais.
–Cierto
es
que
el
progreso
consiste
en
renovarse,
pero
¡por
dentro!.
–No
basta
con
cambiar
las
personas,
hay
que
cambiar
las
ideas
y
los
objetivos.
–Cambiarlos
no
solo
en
la
forma
sino
especialmente
el
fondo.
Y
ahora
por fin entendéis que
esas
cosas
se
llevan
mal
con
el
poder,
y
con
los
que
en él
están
instalados.
–Todos
los
progresistas,
cuando
hay
crisis
habláis de
renovación,
la
mayoría
de
buena
fe.
De
otros,
si
conociéramos sus verdaderos
motivos
no
los
votaríamos
nunca.
–No
basta con cambiar para renovar y al revés, decía Machado. ¡Cuanta
razón tenia!.
–Observo
que
muchas
veces
el
corazón
de
vuestro
partido
late
mucho
más
deprisa
que
el
vuestro
propio.
–En
general, el deseo
y
la
necesidad
de
cambio
de
los
ciudadanos,
es
mucho
más
apremiante
e
intenso
que
el de
nuestros dirigentes.
Don
Antonio
usted
tendrá
alguna
idea sobre
la
situación
económica
y
social
actual,
le
preguntamos
después
de
un
silencio
prolongado
.
No
nos
mira.
Frente
a
la
imponente
mole
de
la
catedral
vista
desde
la
Herradura,
la
pregunta
se
desvanece
como
algo
carente
de
interés
en
el
tiempo
histórico...
Al
rato
se
vuelve
y
nos
dice:
–Ya
nadie
busca
el
auxilio
de
la
cultura
y
de
la
razón.
Nadie
o
casi
nadie
defiende
los
grandes
principios
humanistas,
casi
nadie
demuestra
independencia
de
criterio,
sino
ciega
obediencia
y
estúpida
disciplina.
–Entre
los
hombres
que
hoy
todo
lo
creen
y
los
que
razonan,
existe
un
abismo
del
cual
sale
derrotado
el
pensamiento.
–Seremos
al
final
todos
nosotros
los
autores del
fracaso
social,
de no
acertar
con
la
puerta
de
entrada,
que
es
la
educación,
el
compromiso
colectivo,
y
la
exigencia
en
la
aplicación
de
los
grandes
principios.
–La
quejas
y
el
miedo
son
solo
el
lenguaje
de
la
derrota
que
nos
inoculan
como
un
virus,
los
representantes
del
poder
económico
y
sus
apoyos
políticos.
–Si
no
somos
capaces
como
pueblo
de
decidir
que
clase
de
sociedad
queremos,
nos
la
construirán,
como
lo
están
haciendo,
y
lo
harán
a
la
medida
de
los
intereses
de
unos
pocos,
vaciándonos
la
cabeza
para
mejor
poder
llenar
sus
bolsillos
con
sus
propias
definiciones...
–Ahora
mismo
vamos
desgraciadamente
desde
el
futuro,
hacia
el
pasado
queridos
amigos...
Pero
calcular
el
final
de esta terrible crisis, es
algo tan incierto...
Aunque
sé
que
se
dará
como
en todos los
partos,
¡con
mucho
dolor!.
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