NOTAS
TOMADAS
MIENTRAS
ESCUCHO
Parte de nuestra actual
realidad informativa se reduce a lo aparente, a lo artificial y a
lo falso.
Vivimos en una sociedad
donde solo triunfa el espectáculo, el escándalo, las pantallas del
ordenador, o de la televisión.
Muchas de las imágenes
que vemos, las tertulias que escuchamos, o los artículos
informativos que leemos, adaptan la realidad al formato adecuado; que
suele ser, el que produce más cuota de pantalla, audiencia, o
venta de ejemplares.
Todo lo que sucede tiene
que entrar primero por los ojos, desde el amor, hasta la guerra,
todo, interese o no, se retransmite o escribe sin pudor, y sin
preservar la dignidad de las personas.
Se dijo, que malos
testigos son siempre los ojos y los oídos cuando se tiene el alma de
un bárbaro.
Y hay mucho bárbaro en
las finanzas, en la política, en la iglesia,en los tribunales, en
las cátedras y en las empresas del País.
Contamos hoy con muchos más
ignorantes que con cabreados conscientes, los primeros siempre
embisten sin razonar contra todo lo que ven, len o escuchan.
Ha triunfado el prejuicio
social sobre el necesario y responsable juicio individual.
Opinar y prometer en
política solo está permitido en abstracto. No interesa hablar claro
ante la incertidumbre reinante.
Esa actitud estratégica
de moda gana las elecciones, porque el hecho de juzgar, es decir
esforzarse individualmente por conocer la verdad, ha quedado relegado
en exclusiva a algunos jueces, que son aquellos que no ponen su vanidad
por delante de las leyes, o los que no mantienen las diligencias
abiertas durante años, por no estar satisfechos nunca con las
pruebas acumuladas.
Y mientras tanto, muchas
pantallas, muchos micrófonos, y muchos periódicos, van celebrando
con regodeo juicios anticipados, y repartiendo condenas que nunca
llegarán a cumplirse, en nombre de su verdad editorial y de su
conveniencia económica.
Y de este modo, nos
estamos cargando las instituciones; los servicios públicos;
sospechamos de todo y todos; nos denunciamos y criticamos los unos a
los otros...
Hasta los delincuentes
convictos se esfuerzan en demostrar con acusaciones extemporáneas y
falsas, que todos somos iguales, y que no existe la honestidad en la
vida pública.
Estamos en el principio
de una nueva inquisición popular, impulsada, consciente o
inconscientemente por los poderes del Estado.
Si hay que cambiar la
realidad, por imperativo del mercado, se cambia la imagen, la frase
radiofónica, la opinión en forma de información, o se retoca la
encuesta de población activa, y se añaden lemas y letanías como:
“España va bien”, “hay luz al final del túnel”, o los
famosos “ brotes verdes”.
Mientras tanto se
extendió de forma dogmática el concepto de tolerancia, que suena falsa, cuando se acepta mejor al corruptor que al corrupto.
Nos hemos vuelto más
tolerantes con los intolerantes, por simple temor o ignorancia, o
porqué perdimos la capacidad de indignarnos, ante las injusticias y
las trapacerías.
Ahora nos llega
nuevamente la hora de la independencia de Cataluña. Pronto será la de
Euskadi.
Y llegan siempre
históricamente con las crisis, siempre de la mano de nacionalistas,
y alimentada por la insolidaridad y la exclusión del contrario.
En Cataluña hay mucha
gente de clases medias y populares convencidas de que el
independentismo, les traerá la riqueza y el bienestar que les fue
arrebatado por España.
Esta idea solo se
combate con argumentos; con la política y con actitudes dialogantes
pero firmes y claras, en el marco de convivencia que nos hemos
dado, porque los motivos suelen ser personales e interesados, pero
las razones pueden y deben compartirse...
Es decir, con una
actitud democrática e inteligente, que este Gobierno conservador no
practicó hasta la fecha con nadie...
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