martes, 17 de febreiro de 2015

PROHIBICIONES Y LIMITACIONES

PROHIBICIONES Y LIMITACIONES


Juan Pérez y Pérez, es un profesional  del mundo del cine.

Vive en Madrid de su profesión de guionista de ciencia ficción, pero no perdona la realidad terrenal y temporal del  cocido gallego que compartimos juntos todos los años por carnavales.

Tiene escrito un libro titulado “Prohibiciones y limitaciones desde el poder alienígena”,  que al parecer ninguna editorial le quiere publicar, pues según estas, carece del mínimo rigor científico.

Juan me muestra una  fotocopia de su manuscrito que lleva en una vieja cartera y  se empeña en leerme unos párrafos del mismo. No me hace ilusión alguna dejar de concentrarme en el lacón con grelos y en las filloas “da pedra”, pero  acepto escucharle mientras papeamos.

  Mira chico lo que las leyes mundiales no prohíben puede prohibirlo la decencia y la dignidad planetaria… Me explicaré mejor con unos argumentos de mi  libro:

─ Se prohíbe el consumo de drogas en todo el Planeta Tierra, porque hace daño a nuestra salud. Pero no está prohibido el consumo de alcohol, o del  tabaco, por el bien que le hacen a la economía y las finanzas.

─ Está castigado por las leyes  no pagar puntualmente la deuda de los créditos solicitados a las entidades financieras, sea cual sea la causa. Y ese compromiso o impagado conlleva el desahucio de la vivienda sin dación en pago; el bloqueos de la  nómina (si la tienes), o subasta de tu patrimonio. Pero no está penado que muchos financieros, asesores, y altos directivos de la banca, arruinen sus empresas y puedan apaciblemente disfrutar en paz de sus  planes de pensión, de su patrimonio o de su fortuna personal, sin ser molestados por nadie.

─ Se critica y tacha de locos y extraterrestres, a aquellos que argumentan que la inmensa  riqueza de unos pocos es  casi siempre responsable de la  pobreza de unos muchos. Es decir, no se explica o investiga  porque  que el 2% de la población dispone del 70% de los recursos en cualquier país del globo. 

─ Se  limita la igualdad social como algo utópico, irrealizable y fantástico,  pero no se limita  la desigualdad que producen los mercados no regulados, la absurda tesis acientífica del consumo con crecimiento infinito, y el beneficio personal desorbitado, es decir estratosférico.

─ Esta fuera de toda duda, que las ganancias de cualquier empresa o negocio son un éxito del sector privado, de su eficiencia y de  su inteligencia, sector a los que no se les puede fijar límites o poner trabas. Pero no se acota, ni condiciona, o cuestiona,  la socialización y rescate con recursos públicos de las pérdidas de muchas de  esas empresas o negocios, ni la devolución paulatina de esa deuda pública.

─ Se limita el derecho a la huelga, y  a las manifestaciones. Pero no se impiden las condiciones laborales que impone el mercado, exterior, interior,  o cósmico,  ni  los  salarios humillantes propios de los  pobres esclavos descerebrados de alfa centauro.

─ Se limita por la  ley y las buenas costumbres morales terráqueas, el tráfico de personas y mercancías, pero no el de capitales, sea cual sea su procedencia origen y transporte. Sea este vía astronave suiza o maletín Internet.

─ Se impide desde la ley y los tribunales, con sentencias y  enormes indemnizaciones, la reversión justificada  de las concesiones  administrativas, en  autopistas, o en servicios; e incluso se les asegura por el Estado su equilibrio financiero; pero, no se prohíbe  congelar o reducir  el  salario o las  pensiones a funcionarios,   a los jubilados, o la modificación  de  las condiciones sanitarias o farmacéuticas  de  los afiliados a la Seguridad Social.

─ Está prohibido  que nadie actúe siendo lo que no es, sin una habilitación o titulación específica. Es decir, un marciano no es un terráqueo. Pero no está prohibido que los jueces actúen como políticos, los políticos como jueces y los periodistas como los dos anteriores según convenga al consejo de administración.

─Y por último, decirte que se  acabará prohibiendo el aborto, el divorcio, o el matrimonio gay, a petición de la Conferencia episcopal, asunto este que  tanto afecta a  sacerdotes, monjitas y pensionistas.

Con semejante cocido de carnaval y las reflexiones  de Juan, no sé si será mejor morir de un ataque de  colesterol comparsa, o de una nueva  prohibición legislativa que nos obligue  respirar solo en días alternos, para evitar la contaminación de los vehículos en nuestro planeta.














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